La ficha policial, hermana pobre de la fotografía
26 julio 2005 · 7:24 AM
Las comisarías de policía albergan unas obras de arte poco visitadas y lamentablemente infravaloradas. Se trata de los
álbumes de fichas policiales que habitualmente sirven para identificar o descartar sospechosos. Sus lectores suelen ser testigos o víctimas de delitos a quienes se invita a hojear las colecciones de fotos en búsqueda del carterista o del atracador en cuestión. Cuando los rostros - desdentados, ojerosos, sucios - de los detenidos comienzan a discurrir ante nuestros ojos, experimentamos la misma sensación que la que nos asalta ante un muerto tendido en el suelo o unos bebés siameses unidos por la cabeza, una mezcla de grima y fascinación.
El tipo de la foto fue detenido,
según cuentan en Boing Boing, cuando intentaba comprar aerosoles de pintura en una ferretería de Ohio. La foto es también
la prueba de la infracción: consumo de estupefacientes por inhalación.
El valor de este tipo de arte fotográfico reside quizá en la actitud del modelo, que en contraste con el retrato convencional, no se ofrece a la cámara voluntariamente, no posa, no finge, no pretende ser lo que no es. El fotografiado nos interpela directamente justo en el momento de su humillación, con la expresión del náufrago en pleno hundimiento.
Este contraste se percibe aún mejor en las fichas policiales de
personajes famosos que han sido arrestados en algún momento de mayor o menor atolondramiento de su vida. La imagen de Hugh Grant con la camisa arrugada o del empollón Bill Gates con el número de preso colgando del cuello resulta más cercana, más fácil de comprender, incluso más íntima, que la que muestran las fotos oficiales.
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