Tomé esta foto la semana pasaba mientras paseaba de vacaciones por la capital de Zanzíbar, la isla del Índico que junto a Tanganika dio lugar en 1964 a la actual Tanzania. La imagen de un lugareño transportando en su carreta un flamante ordenador de sobremesa, en lugar de fruta, pescado o aperos de labranza, parece decirnos que en África, a pesar de los crónicos desastres, corrupciones y epidemias, existe la esperanza, y que ésta viene de la mano de la tecnología.

Es conocido el dato de que el 50 por ciento de los africanos nunca han hecho una llamada telefónica. Pero los teléfonos móviles han sacudido al continente del letargo en los últimos años: más africanos han comenzado a utilizar el teléfono desde el año 2000 que en todo el siglo anterior. Se trata del primer continente que cuenta con más usuarios a teléfonos móviles que abonados a líneas fijas, ya que las redes de telefonía móvil son mucho más baratas y rápidas de instalar que las tradicionales.

África se ha convertido en el mercado de móviles que avanza con mayor rapidez de todo el mundo. El uso del móvil en el continente viene aumentando a un ritmo anual del 65 por ciento, el doble del promedio internacional. Del retraso a las últimas tecnologías, saltándose las intermedias.

A la vuelta del viaje me entero de los asaltos masivos a las fronteras de Melilla y Ceuta, y mi optimismo se topa con la realidad más atroz. Me resisto a creer que no haya otra solución para estas pobres gentes que lanzarse contra una valla de espino o jugársela en una patera. ¿No existe la menor oportunidad laboral o empresarial, el negocio más ínfimo que puedan montar para ganarse la vida con dignidad sin tener que lanzarse a la aventura de la emigración ilegal?

En Tanzania me ha sido grato comprobar que, cuando el nivel de corrupción política e inseguridad jurídica no es excesivo, aflora el espíritu empresarial y surgen los emprendedores y las micropymes con ideas y proyectos. El avispado promotor de excursiones para turistas, el marchante de cuadros exprés para los hoteles, el masai metido a vendedor de abalorios, y así hasta el transportista de ordenadores de la foto. Todos ellos armados de teléfono móvil, un auténtico motor de desarrollo local. Sin ayuda externa ni programas de la ONU, con tesón e imaginación, muchos africanos están demostrando que su futuro no está en las manos de las mafias sino en las propias.

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1 comentario/s:

 Anónimo:

Pues lo tienen crudo los africanos cuando son precisamente los mejores (los más fuertes, jóvenes, etc) de cada pueblo los que emigran para intentar entrar en Europa. Una triste fuga de talento...

2:04 AM  

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