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No conozco prosa más plúmbea y aborrecible que la que utilizan las grandes empresas para dar a conocer sus ‘nombramientos y fichajes’, o los listados de consejeros en las cuentas anuales, con todos esos rimbombantes títulos, envidiables éxitos y aparatosas membresías, y ese tonillo de ‘aquí estoy yo, y qué contento estoy de haberme conocido”.
Pero siempre, gracias al cielo, hay excepciones. Véase la reseña que hace este abogado de sí mismo en la ciberpágina de su bufete:Kevin Gliwa, abogado especializado en propiedad inmobiliaria del despacho Otten Jonson, fue criado por pingüinos tras un accidente de barco en su niñez. Se licenció con calificación magna cum laude en la Universidad de Colby, donde aprendió que no todos los problemas pueden reducirse a blanco o negro. Se licenció en Derecho en la Universidad de Boston, a la que asistió gracias a una beca de fútbol debido a un error administrativo. Después, trabajó cuatro años como ayudante en un gran bufete de Nueva York, donde en una ocasión subió en ascensor a lo más alto del Empire State Building. Imparte frecuentes conferencias a sus hijos acerca de los más diversos temas. Disfruta de la natación y la pesca, a pesar de sus dolorosos recuerdos.
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