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La “lentitud de la justicia” es una frase hecha, uno de esos tópicos conformistas que nos anegan y que solo sirven para adormecer el seso y refrenar cualquier voluntad de mejorar las cosas. Emulando algunos tópicos del cine policial (ya saben, en toda investigación policial que se precie, es necesario visitar como mínimo un club de striptease, el detective solo resuelve el caso después de que le retiran la placa, etc.), podemos enunciar algunas situaciones habituales de nuestros juzgados que conducen irremediablemente al retraso. Eso que la jerga forense, acercándose a la obstetricia, denomina la dilatación del procedimiento.
Así, por ejemplo, en cualquier juicio, las probabilidades de que haya un error en citación de alguno de los intervinientes principales tiende a 1. Si ha venido el testigo importante, no aparece el acusado, y viceversa, lo que conduce irremediablemente a la suspensión del juicio, y a la consiguiente dilatación. Por otro lado, la posibilidad de que el intérprete disponible sea del idioma que el juzgado necesita tiende a 0. Y así podríamos seguir un rato.
Pero hay otras causas de dilación judicial que no tienen que ver con la Ley de Murphy, sino con la desidia, la Spanish chapuza o la simple mentecatez. Ayer mismo sufrí la siguiente escena, perfectamente evitable, en un juzgado de Madrid. Comparecen dos testigos a contestar unas preguntas que les formula un juzgado de instrucción de Barcelona acerca de una estafa ocurrida en la ciudad condal. Los testigos han faltado a sus respectivos trabajos, se han molestado en llegar puntuales a la cita y allí están los pobres, esperando en un banco a la puerta de la sala. Al cabo de dos (sí, dos) horas, aparece un agente judicial y les comunica que hay un problema con el exhorto, que así se denomina al requerimiento enviado por el juzgado de Barcelona, y les manda para casa puesto que el trámite no se podrá efectuar. ¿El motivo? El exhorto y la lista de preguntas figuran en catalán, y no ha habido manera de encontrar un intérprete de la bella lengua de Espriu (con perdón por este otro tópico).
Desconozco la intención del juzgado barcelonés con semejante proceder, es decir, si pretende fomentar el uso del catalán fuera del territorio de Cataluña, promover la cooficialidad de dicha lengua en todo el orbe y los planetas limítrofes, o exigir el conocimiento del catalán en toda la Galaxia conocida. Parece claro que el responsable del desaguisado no se ha leído el artículo 231.4 de la Ley Orgánica del Poder Judicial ni el articulo 36.3 de la Ley de Procedimiento Administrativo, sino más bien algún manual de agit-prop nacionalista al uso. El caso es que habrá que repetir el trámite, uno más de los muchos que conforman una instrucción penal, el procedimiento se va dilatando como el mercurio de los termómetros en la canícula madrileña, y mientras, el presunto estafador va poniendo tierra de por medio, o los pies en polvorosa, por seguir con los tópicos.
En fin, si el lector desea verificar la predicción de la Teoría de la Relatividad Especial acerca de la dilatación del tiempo, no es necesario que pida cita en el Instituto Max Planck de Física Nuclear ni que reserve billete para el primer viaje intergaláctico. Le bastará con darse una vuelta por algunos juzgados españoles un lunes por la mañana. Comprobará que, hoy por hoy, la lentitud de la justicia va más allá del tópico: es una realidad científicamente constatable. Y ya lo dice otro tópico, este muy sabio: la justicia lenta no es justicia.
Foto | Bfraz
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