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«Sería una lástima que la exigencia y el rigor, dos valores muy escasos en una España descoyuntada y fofa, se llevaran por delante, en tanto que juez de la Audiencia Nacional, a Baltasar Garzón. Desde la muerte de Leopoldo Fregoli, el italiano que convirtió en arte y espectáculo el vértigo del transformismo, nadie como nuestro prócer jienense había dominado, con tanto virtuosismo, las mañas de la especialidad. Garzón, como nos tiene demostrado, es capaz de formar parte de los tres grandes poderes del Estado en una sola fracción de la Historia. Siguiendo el magisterio de Fregoli, puede interpretar multitud de papeles y personajes diferentes. Tiene talento, voz, maneras y vestuario suficientes para conseguirlo y, de hecho, lleva más de veinte años, desde su debut en la Audiencia Nacional, acaparando los focos de la atención pública. Alguno de sus papeles, como el que interpretó como número dos de Felipe González en las elecciones del 93, ya se incluyen en la historia de la farsa.»
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