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Hace poco leíamos un reportaje sobre las deficiencias organizativas de la Justicia española, en particular la escasa, por no decir ausente, informatización:
Nuestro sistema judicial demanda papel. Mucho papel. Lo exige incluso la ley, pues muchos de los documentos deben ser los originales y no estar manipulados. En la Audiencia Nacional, como explica Grande-Marlaska, hay causas que superan los 20 o 30 tomos que podrían entregar en un CD a las partes si dispusiera de los medios para digitalizarlos. "Estamos inundados de papeles. Manejamos expedientes de mil páginas", corrobora la abogada de Barcelona Carmen Fernández. Papel en los pasillos, en las mesas de los funcionarios, en las maletas con ruedas de los jueces, y hasta en los carros de la compra que circulan por nuestro sistema judicial. "La manera de gestionar papel aquí es del siglo XIX", asegura Fernández Seijo, y ello a pesar de que él es en cierta forma afortunado.
Un panorama agobiante. Pero, ¡alto! En ese mismo diario matutino encontramos al día siguiente otra noticia que, como diría S.M. el Rey, me llena de orgullo y satisfacción, y de la que entresacaremos algunos extractos:
400.000 expedientes [...] se restaurarán y digitalizarán. El Ministerio [...] ha trasladado estos documentos [...] para poner en marcha un proyecto piloto de restauración y digitalización de archivos. [...] Para garantizar la conservación de los documentos y su acceso público es necesaria su digitalización, última fase del proyecto [...]. Sólo el plan piloto de los juzgados de Madrid y Valencia costará millón y medio de euros. Para acelerar el proceso, se han firmado acuerdos con varias comunidades autónomas.
De tanta alegría, de tan asombrado regocijo que me ha causado este segundo artículo me he caído de la silla y se me ha salido el hombro de su sitio. Las autoridades del ramo por fin han decidido digitalizar los procesos y acabar con el decimonónico papeleo que atasca los juzgados. He vuelto a sentarme, y mientras me recoloco aturdido el hombro, releo con interés la noticia, y ....¡Oh desengaño cruel! ¡Oh terrible confusión! La informatización se refiere a los juicios sumarísimos celebrados en los consejos de guerra franquistas de 1938 a 1945.
Los responsables ministeriales calculan que tardarán décadas en terminar el proyecto. Empezando en el año 1938, si todo va bien, cabe esperar que la digitalización llegue a los expedientes actuales en la década de los sesenta de este milenio, hacia 2068 o 2069.
Las cosas bien hechas hay que hacerlas por orden y despacito. Menos mal que no se ha decidido empezar por las ordalías medievales o por los pleitos sucesorios entre los partidarios de Isabel y los de Juana la Beltraneja, en cuyo caso los legajos modernos tendrían que esperar algo más...
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