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Imagínate, apreciado lector, que un día vas andando por la calle y te detiene la policía y acabas con tus huesos en el calabozo acusado de terribles delitos. Es posible que realmente los hayas cometido, o no, pero al menos estás tranquilo sabiendo que la detención ha sido ordenada por un juez de instrucción, y que éste observará debidamente las garantías procesales y tendrá en cuenta, en particular, tu derecho constitucional a la presunción de inocencia.
Pero mientras esperas a ser trasladado a presencia del magistrado, alcanzas a ver un televisor encendido en la comisaría, y escuchas a ese mismo juez afirmando literalmente lo siguiente:
[La policía] […] ha conseguido detener a esta persona y algunos miembros más de ETA. Esto es una buena noticia para todos los españoles.
O sea, que el mismo juez que va a instruir tu causa ya está dando por seguro, antes de tomarte declaración siquiera, que eres un peligrosísimo terrorista, y se pavonea en la tele del éxito de tu arresto, como un futbolista después de un partido en el que ha metido cuatro goles. Para colmo, lo hace en el curso de un homenaje que unos paisanos están tributando a su persona (la cual, dicho sea de paso, no anda precisamente necesitada de autoestima).
Adivina, adivinanza.¿Quién es ese juez campeador a quien le gusta más ver su propia imagen reflejada en el estanque de los medios que preservar los derechos constitucionales de los imputados bajo su jurisdicción? ¡Premio para el caballero!
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