Podcasting: el último artilugio de la oratoria
14 marzo 2005 · 5:25 PM
Para ejercer la libertad de expresión en su sentido más literal ya no hace falta comprarse un megáfono. El
podcasting, según nos cuentan en
La Coctelera, consiste básicamente en compartir contenidos mediante archivos de audio distribuibles a través de sistemas de sindicación RSS y que finalmente el usuario puede descargar en un reproductor MP3, llevárselo consigo y escucharlo en cualquier momento del día sin necesidad de estar conectado.
Se trata de un invento tecnológicamente modesto pero de alcance tan profundo como imprevisible, pues permite que cualquier lego en materia radiofónica
edite y publique sus propias acotaciones sonoras (resúmenes periodísticos, anotaciones en bitácoras, poemas, disertaciones filosóficas, sermones políticos o simple charlatanería)
sin intermediarios. El
podcaster - así es como se llama a este nuevo híbrido entre redactor y locutor digital - es un comentarista digital con voz, un trasunto de pinchadiscos y declamador de la célebre esquina londinense, que larga sus cuitas a quien quiera escucharlas, que bien puede ser él mismo.
Una subespecie de este nuevo género sería el
plawdcaster. Este espeluznante neoanglicismo, resultado de añadir
podcaster (que es a su vez una contracción entre
iPod, el popular reproductor musical, y
broadcasting, difusión) a
law (ley, derecho), pretende definir a los profesores, abogados y demás gentes del Derecho que están explorando este nuevo medio. El debutante más sonado - nunca mejor dicho - ha sido el maestro
Lessig, quien a petición de la revista Wired diserta en un
archivo MP3 (3,1 MB) sobre polémicas inalámbricas, con voz acatarrada pero convincente.
Las posibilidades para los abogados son dignas de explorar. Siempre se ha dicho que la principal herramienta laboral del oficio de letrado es
la palabra. El podcasting puede servir para el intercambio y ensayo de informes en juicios, intervenciones en reuniones o congresos, disertaciones jurídicas, comentarios sobre asuntos, mensajes para clientes y colaboradores, o cualquier otro contenido presidido por la voz.
Un contenido que ni mejora ni empeora por razón del continente. Ya lo dice el socorrido proverbio hindú: 'Cuando hables, procura que tus palabras sean mejores que el silencio.'
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