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Para recurrir una sanción de tráfico, lo mejor no es tirar de formulario, sino de imaginación. Una conductora londinense, tras aparcar su coche en zona prohibida, se fue a trabajar dejando el motor en marcha. Una vez denunciada por la policía local, presentó recurso con una singular alegación: era una profesional de la danza del vientre que va acompañada, como parte de su atrezzo, de un pizpireto conjunto de serpientes.
La excusa es que la trabajadora había dejado su vehículo en funcionamiento para mantener la calefacción encendida de modo que los ofidios no se quedasen dormidos, circunstancia que según parece, hubiera dificultado sobremanera su exótica actuación.
La multa fue retirada. No sé qué eficacia hubiera tenido tan reptilínea excusa ante las inmisericordes autoridades municipales españolas en estos tiempos de recaudación desesperada, pero ahí queda la idea.
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