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Quien revela el secreto de otros pasa por traidor; el que revela el propio secreto pasa por imbécil. El adagio de Voltaire viene al pelo de esta divertida historia de chapuzas procesales.
Una empresa de redes sociales llamada ConnectU demandó a Facebook por robarle la idea. Los letrados de ambas partes llegaron rápidamente a una conciliación judicial en virtud de la cual ConnectU se embolsaba una bonita indemnización, y Facebook evitaba una desagradable publicidad negativa. La condición, claro, es que la cuantía del arreglo quedase en secreto.
Aquí empezaron las pifias. La primera, a cargo del despacho de abogados de ConnectU, a cuyo departamento comercial no se le ocurrió otra cosa que alardear en un folleto promocional (pdf) de haber “conseguido una indemnización de 65 millones de dólares de Facebook”. [Ejem, ya he dicho la cifra. Pero que quede entre nosotros, ¿eh?]
La segunda ñapa parece también un trabajito de nuestro hispánico Anacleto, agente secreto. El tribunal federal californiano a cargo del asunto publicó el acta de la vista a puerta cerrada en la que se llegó al acuerdo, suprimiendo todas las referencias a la cifra secreta. Lo gracioso está en el mecanismo de supresión del texto, que tú mismo, amigo lector, podrás reventar en pocos segundos, sin necesidad de matricularte en criptografía, tan solo siguiendo estas sencillas instrucciones:
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