Terminó el I Congreso de Bitácoras y Derecho
Ya estoy de vuelta del ameno
congreso de Zaragoza, donde he participado en una mesa redonda junto con
Juan Freire,
JJ Merelo, José Cerezo y
Julio Alonso sobre los aspectos jurídicos de las bitácoras, siguiendo la amable invitación del infatigable conspirador
Pedro J. Canut, y atendiendo la generosa hospitalidad de los organizadores (
Blogia,
Coloriuris y
Alfa-Redi, entre otros), cuyos agasajos gastronómicos, por cierto, me han dejado irremisiblemente fuera del operación bikini actualmente en curso.
Ha sido especialmente gratificante intervenir en un día como el 6-6-6, que como todo el mundo sabe es la fiesta patronal de los abogados ;-), y lanzar en tan mefistofélica calidad un par de ideas. A saber, el mensaje algo obvio de que
la blogosfera no es una Arcadia pastoril y ajena al Derecho, no es un mundo virtual distinto al real, sino que estamos (afortunadamente) sujetos a las mismas leyes civiles, penales, laborales, fiscales, administrativas y de todo orden que vertebran las relaciones sociales 'analógicas'. En segundo lugar, el peligro de
hipertrofia legislativa y motorización normativa en el que vivimos en el entorno digital, y la idea de que en cuanto a leyes, ya vamos sobrados.
Por último, una autocrítica al
uso a machamartillo del inglés macarrónico en el lenguaje blogosférico. Tanto
feed, tanto
pingback y tanto
post le deja a uno los ojos rojos y el oído maltrecho. Una gota, empero, de optimismo. El genio de la lengua castellana, en feliz expresión de Álex Grijelmo, acabará a la postre hallando por sí solo las traducciones adecuadas, que reflejen los conceptos usando los genes propios de nuestro idioma. El proceso está en marcha: cada vez se ven menos
trackbacks y más retroenlaces, menos
posts y más anotaciones, ...
En la
bitácora del congreso se recoge una gran cantidad de presentaciones, comentarios y materiales. El memorioso y ubicuo Antonio Fumero hace la
crónica oficiosa. Conviene también leerse la "
Declaración de Zaragoza" con las conclusiones.
Nota: si al lector le quedan ganas y no tiene nada mejor que hacer, puede escuchar
mi intervención (5,3 MB), amablemente grabada por el compañero
Javier Prenafeta.
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