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La contraportada de muchos diarios de papel sirve para incluir la nota frívola, social o mundana de turno que es, por cierto, de las más leídas. El otro día se me atragantó el cruasán al toparme con la del gratuito Negocio & Financiero. La copropietaria de unas conocidas bodegas, y jinete de doma clásica, comenta sus experiencias a la hora de comprar caballos y nos asegura que hay que andarse con ojo pues en este mundillo, hay mucho gitano. [Pronúnciese todo con acento pijo, o sssea].
Podría haber dicho que "hay mucha picaresca", haber aludido a Rinconete y Cortadillo, en fin, podría haber empleado cualquier metáfora más políticamente correcta que el tópico con tinte racista. Pero la ejecutiva, y la periodista que firma la nota, utilizan sin ambages la cuarta acepción de 'gitano' que ofrece el DRAE: "Que estafa u obra con engaño". Es decir, utilizan un disfemismo en lugar del habitual eufemismo.
Sería curioso aplicar esto al mundo jurídico. Si las actas judiciales sustituyesen "imputado" por "choro", "inimputable" por "colgao", "abogado" por "picapleitos", o si en lugar de empezar una alocución pidiendo "la venia, Señoría" dijéramos "permiso, tronco", la Justicia sería un hazmerreír constante, nadie la tomaría en serio y habría legiones de colectivos ofendidos. ¿Y lo bien que lo pasaríamos, eh?
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